domingo, 2 de noviembre de 2008

Sobre las varillas roscadas

Las varillas roscadas tienen una doble función estructural y de compresión de los muros. Se colocan cada metro y medio, máximo cada dos metros, ensartando en ellos las pacas de paja. Al llegar a la parte superior del muro, con el apoyo de los zunchos, se roscan las varillas, comprimiendo los muros. Si no comprimiéramos los muros, al colocar sobre ellos la cubierta, podrían pasar hasta varios meses hasta que el peso de la cubierta comprimiera completamente los muros. Si antes de ese tiempo revocáramos las paredes, podría ocurrir que el revoco seco saltara al comprimirse el muro por el peso del tejado. La ventaja de las varillas es que al comprimir el muro antes de colocar la cubierta, al colocar esta, el muro ya no cede, y podemos revocar acto seguido.



Las varillas tienen dos inconvenientes señalados: elemento metal y elemento metal.
1. El primer inconveniente, el de la Jaula de Faraday, no ocurre en este caso, porque las varillas sólo van verticales y bastante separadas entre sí, aisladas una de la otra y sin posiblidad de conexión eléctrica entre ellas. No hay varillas horizontales, no se forman por tanto celdas pequeñas que impidan la entrada de electrones y por tanto la jaula de Faraday no se produce.

2. El segundo inconveniente de las varillas es que son un metal en contacto directo con la paja. El metal y la paja tienen coeficientes térmicos diferentes, lo cual significa que tienen una capacidad de conducir (o almacenar) frío (y calor). Si sometemos un metal a un ambiente caliente, el metal se calienta. Si lo ponemos en frío, se enfría. En cambio la paja se calienta menos en presencia de calor, y se enfría menos en presencia de frío. Luego, a una misma temperatura ambiente medianamente fría podemos tener el metal a una temperatura interna y la paja a otra superior. El inconveniente de esto, para un muro de paja, es que el muro transpira, lo que significa que el vapor de agua que pueda producirse dentro de la casa sale hacia el exterior a través de las paredes, a una temperatura determinada. Al mismo tiempo, la varilla, que está embutida en el muro de paja pero que nace en la cimentación, donde está en contacto con la grava, puede estar captando frío en ese punto, y transmitiéndolo hacia arriba a lo largo de toda la varilla (por su capacidad de conductividad térmica), y estar por tanto a una temperatura menor que el muro de paja. Por tanto, el vapor de agua, en su feliz tránsito hacia el exterior a través de un cálido muro de paja, puede encontrarse con una fría varilla metálica... y condensarse del susto, convirtiéndose en agua. ¿Agua? ¡Agua! ¡Que llamen a los bomberos, agua en el interior del muro!

Así que estamos avisados, el peligro existe. Nosotros lo hemos valorado y hemos pensado que este efecto de diferencia de temperaturas será suficientemente pequeño como para no provocar la condensación del vapor de agua entorno de la varilla. ¿Valorado? ¿Pensado? Mmmhhhh... en fin, es una decisión que hemos tomado, da un poco de miedecillo, pero, jejeje... ¡lo vamos a probar!

Y ya os lo contaremos.

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